(todo hubiese sido diferente si nos hubiera pasado, todo aquello, en la azotea más alta de cualquier ciudad)


jueves, 13 de enero de 2011

Derrotas.

-Creo que me duele mucho aquí- murmuré señalándome el tobillo.




El médico deslizó sus manos por mi fémur, hasta dar con mi tobillo, que ante el tacto de una mano masculina, se ruborizó y empezó a tiritar. Él masajeba con cuidado la zona y clavaba los ojos sobre mi piel. Su mirada quemaba y yo le miraba fijamente. Cada gesto, cada movimiento era la excusa perfecta para que mis dedos se encogiesen de placer.



-¿Le duele? No se está quejando en absoluto- dijo aún absorto en los poros que tapaban al mentiroso.



Apenas le escuché, estaba exhausta.



-¿Qué?- musité.



-¿De verdad le duele? No paro de tocarla y no se queja.



-Me he acostumbrado al dolor. Es extraño, asciende por horas. Las rodillas empiezan a resentirse y los hombros casi ni puedo moverlos.



Me miró desde abajo perplejo, hundió su cabeza entre los hombros, resignándose, y se levantó. Esta vez deslizó sus manos hacia arriba y noté a su medicina ascender por mis muslos, convirtiéndose en calambres allí donde acababan. Me agarré a la sábana de la camilla, ahogando mi grito. Empezó a dolerme el cuerpo entero, no podía soportarlo más.



-¿Se encuentra bien?- se aventuró a decir al verme azorada y con la sábana presa en mis manos.



No pude responder por miedo a que se me escapara un gemido, así que me limité a asentir. La curiosidad empezó a aflorar en sus ojos y su expresión era indescifrable. Apoyó la cabeza en mi pecho. No pude reprimirlo más y aullé, notando cómo mis piernas volvían a su posición inicial y cómo mis manos se liberaban de la tensión. Me avergoncé en seguida y sentí la necesidad de escapar al verle aún sobre mi pecho. ¿Habría escuchado a mi jauría ladrar?



-Ya tengo su diagnóstico- puntualizó al separarse de mi cuerpo.



-¿De veras?- pregunté asombrada.



-Sí. Sus rodillas y sus tobillos se resienten porque no aguantan más la carga de su derrota. Su corazón se embala con lo desconocido porque usted está sola.

3 comentarios:

  1. Ojalá además de un diagnóstica pudiera recetar un medicamento para asimilar la derrota con entereza y aliviar sus síntomas lo antes posible.
    Me ha gustado porque de cómo empieza a cómo acaba no imaginas el final. Y esos son los mejores textos (:

    <3

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  2. Me has enganchado desde la primera palabra.

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Tic tac. Déjame tantos segundos como quieras.