Reviso que los silencios que me vigilan desde el umbral se
mantengan sumisos, convencidos y engañados por mi mirada huidiza, contrita, con
cierto deje de súplica. Las sombras asienten y los ruidos cesan. Me giro
convencida y con las manos temblándome, con la desesperación clavándose en los
estantes vacíos de la nevera, mi estómago se retuerce, se queja, se rebela.
Ecos interminables sorteando el nudo que resbala plomizo por mi esófago
encogido. En una esquina inferior, pasta hervida, empastada entre un velo
dudoso que se torna verde, atrae mis
manos nerviosas, histéricas y engullo con los ojos enjugados en una angustia
casi neurótica los aromas ácidos, fétidos y nauseabundos que se adhieren a los
hidratos de carbono. Mi estómago se contrae eufórico, las lágrimas se escapan y
los labios me fallan. Miro de nuevo hacia el umbral y las cacofonías, embutidas
en sarcasmos casi improvisados, se repiten entre carcajada y carcajada. Y los
silencios, ¿dónde están los silencios que prometían fidelidad? La risa aúlla, dispara
mi pequeño delito hacia el exterior y yo, que aún tengo en la boca del estómago
un regusto repulsivo, me bebo las lágrimas y me acaricio con lástima, compasiva
y condescendiente mi vientre aún plano, mis huesos pelvianos, sus filos
angulosos, su relieve exagerado. Me palpo las caderas y atisbo la retención
inmediata e insensata que se acumula. El cuerpo, confundido, recurre a lo que
tiene tras meses de discontinuidad, de rutinas inconstantes, irresponsables,
casi surrealistas.
Me convulsiono por los llantos. La cara enrojecida,
encharcada e irritada por las lágrimas continúa tragando aquella masa
incalificable frente al lavabo del baño, confundiendo lamentaciones,
arrepentimientos, triturando remordimientos, digiriendo decisiones. Y los
errores, famélicos, contrariados, sedientos y torpes, que vagan desorientados
por la oscuridad que se expande por mi cuerpo, con aire mortecino, llevan meses
subsistiendo en los extremos, en cada recoveco que ahora me arranca la ira, la
rabia y la impotencia cada vez que me miro en el espejo.
Escribes maravillosamente,
ResponderEliminarme tienes enamorada...
Excelente, precioso.
Me ha llegado dentro.
:)