(todo hubiese sido diferente si nos hubiera pasado, todo aquello, en la azotea más alta de cualquier ciudad)


sábado, 6 de julio de 2013

Necesito saber que todavía no soy ese pasado al que olvidarás recordar cada día.

Me pasé toda la tarde mirándola de soslayo. Su perfil desenfocado era lo único que me preocupaba. Pronto empezaron a deslizarse desconocidos por sus mejillas, dejándose caer por el puente de su nariz. Desconocidos atreviéndose a habitar más tiempo del necesario en sus mejillas, algunos perfilando en su bajada el arco de su espalda. Gente que apenas acababa de ignorarla o echarle un vistazo rápido por la calle, gente que se le atravesó en algún que otro cruce concurrido, una sola persona sentada frente a ella en una cafetería en una ciudad; gente, personas que en coincidencias casuales, en encuentros fugaces o en charlas banales se han colado entre bastidores; gente, personas, casualidades, fórmulas de cortesía que se convierten en depredadores hambrientos, en precipicios infinitos, en un millón de puñales afilados atravesándome el estómago. Gente, personas, gestos y un peinado que no me corresponde pasando a protagonizar sus días; manías tiernas provocando a sus rasgos más encantadores, particularidades de un desconocido que sustituyen el gorgoteo de sus entrañas al verme aparecer tras la puerta. Gente, personas, un cuerpo, una boca que pasen a orientar su posición en la cama. Gente, personas, una voz que se convierta en su razón de existir. Gente, personas, unos hombros, un regazo por el que inunde almohadas.



De pronto todo gira en torno a su figura retorciéndose sobre sí misma cada vez que echa de menos a alguien que no soy yo, cada vez que la imagino en unos brazos que no son lo míos, posándose en otros labios, emborronando mi recuerdo. De pronto me convierto en pasado, en algo que no es y sólo pudo ser. Me convierto en un punto de fuga, me convierto en un tema de conversación que es mejor evitar, me convierto en un escalón por el que ya ha sido capaz de subir y bajar varias veces hace mucho tiempo. Y ahora, de pronto, me escaqueo de barrer los escombros. Todo a mi acaba de derruirse. Y ahora, de pronto, necesito notar el vacío que me engulle cada vez que no ocupas mis centímetros más próximos. Y ahora, de pronto, de repente, cada vez que evoco tu perfil, necesito llenar ese vacío girándome, viéndome correr hacia ti. Y ahora te necesito tan cerca como para saber que, justo ahora, soy yo quien te salva la vida. Verte y saber que soy y que puedo a llegar a ser punto de partida. Necesito saber que todavía no soy ese pasado al que olvidarás recordar cada día.

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