Me pasé toda la tarde mirándola de soslayo. Su perfil desenfocado
era lo único que me preocupaba. Pronto empezaron a deslizarse desconocidos
por sus mejillas, dejándose caer por el puente de su nariz. Desconocidos
atreviéndose a habitar más tiempo del necesario en sus mejillas, algunos
perfilando en su bajada el arco de su espalda. Gente que apenas acababa de
ignorarla o echarle un vistazo rápido por la calle, gente que se le atravesó en
algún que otro cruce concurrido, una sola persona sentada frente a ella en una
cafetería en una ciudad; gente, personas que en coincidencias casuales, en
encuentros fugaces o en charlas banales se han colado entre bastidores; gente,
personas, casualidades, fórmulas de cortesía que se convierten en depredadores
hambrientos, en precipicios infinitos, en un millón de puñales afilados atravesándome
el estómago. Gente, personas, gestos y un peinado que no me corresponde pasando
a protagonizar sus días; manías tiernas provocando a sus rasgos más encantadores,
particularidades de un desconocido que sustituyen el gorgoteo de sus entrañas
al verme aparecer tras la puerta. Gente, personas, un cuerpo, una boca que
pasen a orientar su posición en la cama. Gente, personas, una voz que se convierta
en su razón de existir. Gente, personas, unos hombros, un regazo por el que
inunde almohadas.
De pronto todo gira en torno a su figura retorciéndose sobre
sí misma cada vez que echa de menos a alguien que no soy yo, cada vez que la
imagino en unos brazos que no son lo míos, posándose en otros labios,
emborronando mi recuerdo. De pronto me convierto en pasado, en algo que no es y
sólo pudo ser. Me convierto en un punto de fuga, me convierto en un tema de
conversación que es mejor evitar, me convierto en un escalón por el que ya ha
sido capaz de subir y bajar varias veces hace mucho tiempo. Y ahora, de pronto,
me escaqueo de barrer los escombros. Todo a mi acaba de derruirse. Y ahora, de
pronto, necesito notar el vacío que me engulle cada vez que no ocupas mis centímetros
más próximos. Y ahora, de pronto, de repente, cada vez que evoco tu perfil, necesito llenar ese vacío
girándome, viéndome correr hacia ti. Y ahora te necesito tan cerca como para
saber que, justo ahora, soy yo quien te salva la vida. Verte y saber que soy y
que puedo a llegar a ser punto de partida. Necesito saber que todavía no soy
ese pasado al que olvidarás recordar
cada día.
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