(todo hubiese sido diferente si nos hubiera pasado, todo aquello, en la azotea más alta de cualquier ciudad)


sábado, 3 de noviembre de 2012

Tú aún me quieres.





Seguía apoyada en la almohada, con la mirada circundando el vacío. La boca entreabierta, las lágrimas cercando sus pupilas. Las ventanas estaban abiertas y enero colándose en la habitación. Ella desnuda e inmóvil sobre la cama. Yo enfrente, tiritando bajo una sábana desgastada. Trataba de atraer su mirada en vano. Poco a poco me escurrí sobre el colchón y empecé a vestirme. Miré a mi alrededor y con sigilo cerré las ventanas, eché las cortinas, coloqué su ropa interior al pie de la cama y me acerqué. La abracé. La sostuve durante dos minutos. Arropé a lo que parecía un cuerpo inerte. Me despedí. Me dirigía a la puerta mientras sorteaba las cajas de libros y ropa que se apilaban en el pasillo. Ella me adelantó, aceleró el paso y aún desnuda echó el cerrojo de la puerta. Me agarró de la mano y me llevó de nuevo a la habitación. Cerró la puerta con pestillo y volvió a la cama.

-Tú aún me quieres. Tú me quieres. No te voy a dejar ir cuando sé que me necesitas.

Temblé. El mundo cayó ,rodó, se agitó, tiritó y luego se partió en dos.

-Puede que ahora creas que no. Basta que esperes lo suficiente para que vuelvas a quererme como me has hecho creer esta noche. Yo también estoy esperando y ni siquiera tengo ropa. Y tú vas a esperar aquí conmigo. Vamos a esperarnos.

1 comentario:

  1. La espera de un posible amor y la desnudez de ella me recuerda a una primera vez. A esa entrega en donde dos almas se unen y con el paso del tiempo se han resquebrajado. Por falta de confianza o de complicidad y la esencia de recuperarlo, asusta. Inhibe. 
    Es la primera vez que te comento. Aunque no hace mucho que te leo, pero con la conexión que tuve contigo con Murakami vi que tenias blog y hoy, después de leerme varias entradas, pues quería dejarte un comentario. 
    Tienes mucho talento. Me gusta mucho como escribes Rocío. Eres grande ;)
    Un besazo enorme. 

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