(todo hubiese sido diferente si nos hubiera pasado, todo aquello, en la azotea más alta de cualquier ciudad)


viernes, 2 de octubre de 2009

Esa mirada perdida.


03.45

Terminó el semestre y por fin tenía vacaciones. Ahora disponía de todos los segundos para hacer su verdadera vocación. Su decisión no fue pensada dos veces. La dieron la posibilidad de un viaje fantástico por Londres, París y Roma. Había personas dispuestas a acompañarla pero optó por saltarse los apartados de la guía turística e irse a Suecia. Sabía que ella estaba ahí, fue ella quién, en su momento, al terminar el semestre marchó con cuatro o cinco amigos y quería hacerle una sorpresa. No sabía con certeza si la recibió con ilusión pues Zemelieth no era muy dada a mostrar nada de lo que por ese momento le rondaba por la cabeza, pero sus palabras iban llenas de entusiasmo y euforia, fue en esas palabras donde Haykei concluyó que sí. Zemelieth estaba feliz y ella no sabía cuanto. Sus palabras salían disparadas y desnudas de su boca. Sin maquillaje que las matizasen y transparentes. Eran palabras audaces y se agarraban a las partículas del aire con un orden metódico y muy estricto, esta vez no quedaban desparramadas y desordenadas por el suelo. Eran ellas ahora las que oponían resistencia a la gravedad.

Me he permitido el lujo de parar el tiempo unos instantes para comentarte el sentido que toman las palabras cuando se sienten libres y a la vez limitadas. Cuando se sienten pájaros y vuelan alto llegando a oídos creando una pequeña melodía.

Siguen siendo las 3.45 de la mañana, hace dos horas que salieron del café y ahora tiritaban de frío enfrente de la calle principal. Se contaron lo sucedido hasta el momento, ese hueco que permaneció insistente durante todo ese tiempo. No solo las palabras llenaron la conversación. Los silencios acompañaban a éstas aportándolas un poco de oxígeno cada 60 segundos, más o menos. Las risas arrebataban esa pequeña dósis de oxígeno extra, pero las risotadas les proporcionaban unas bocandas de oxígeno considerables, asi que las risas, los silencios y las palabras se equilibraban.

6.28

Los párpados dejaron de obedecer y cerraban la percepción de imágenes.

- Vente conmigo.- dijo Zemelieth somnolienta.

- ¿Ya tienes casa?

-Mhm, no es mía, es de Hanz.

- ¿¡Quién!? Llevamos horas hablando y ni siquiera he escuchado ese nombre.

- Ya, tampoco salió el tema.

- En todo caso me he informado sobre un hotel, es relativamente económico. 200 coronas por noche.

- Pero si te vienes conmigo serás tú quien dispongas de esas coronas y no el hotel.

- Ni siquiera es tu casa, Zemelieth..

- Haykei, ¿quieres hacerme caso?

La agarró de la mano y la arrastró. 555. La voz de Hanz se oyó al otro lado del telefonillo. Esa voz que raspaba los oídos.

- Ábreme, Hanz.

Reconoció ese hilo de voz que siempre salía de la garganta de aquella peculiar mujer. Abrió y dejó la puerta del piso entreabierta para no tener que levantarse por segunda vez.

Entraron sigilosamente y del mismo modo cerraron la puerta. Dirigió a Haykei hacia el dormitorio y se tumbaron rendidas y mostrando sonoros suspiros. Encendió el iPod y puso un casco en la oreja de su amiga. I'll be waiting, I'll be looking.

Esta parte es fantástica. Y así, en esa frase se quedaron dormidas. Ellos dicen que debo aprender a matar antes de poder estar seguro, pero yo prefiero matarme a mí mismo antes que tener que ser un esclavo de ellos.

14.44

Hanz asomó la cabeza y las vio revueltas entre sábanas. Estaban desordenadas y despeinadas. Divertidas y burlonas. Bellas y extasiadas de bostezos. Salió. Sin importarle que una extraña durmiese en su casa. Sin importarle que una extraña durmiese en la misma cama de la persona a la que más quería. Aún el no era consciente de eso, aunque él mismo ya se daba pequeñas pruebas. O quizá fuesen grandes hasta decir colosales, eso solo lo sabe él. Yo jamás podré facilitarte una respuesta.

15.00

Mantuvo la mirada perdida entre los reflejos del espejo y los labios sedientos de algo que ya anhelaban. Su beso.



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