(todo hubiese sido diferente si nos hubiera pasado, todo aquello, en la azotea más alta de cualquier ciudad)


lunes, 24 de agosto de 2015

Mi primer viaje a Japón. Noveno día: Kioto, Higashi Hongan-ji, Kiyomizu-dera, Fushimi Inari-taisha.

Hola de nuevo a todos. Siento de nuevo mi poca constancia, pero últimamente muy pocas veces me encuentro con el ánimo suficiente como para hacer algo. De todas formas, aquí estoy de nuevo.
Hoy os voy a hablar de lo que hicimos el noveno día, 24 de julio, en Kioto. Fue un día bastante intenso. Allá vamos.

Salimos a eso de las diez del hotel y fuimos hasta  un Seven Eleven que quedaba cerca para comprar el desayuno. Allí nos encontramos a una de las señoras estadounidenses con la que compartíamos hotel. Cuando estábamos haciendo cola para pagar lo que habíamos cogido, oímos a unos españoles mirar un montón de bebidas y refrescos sin entender nada. Una chica joven le preguntaba en inglés a una de las empleadas si una bebida que era café, era de chocolate. Le preguntaba si tenían algo de chocolate pero la empleada no entendía bien y asentía y sonreía sin saber qué decir. La chica empezó a quejarse de que «los japoneses eran muy raros y no tenían nada de chocolate». Mi experiencia con los turistas españoles en Japón fue bastante mala a decir verdad. En Asakusa, Tokio, escuché a otra quejarse de que «los japoneses comían cosas raras y no tenían cosas de chocolate». Me parece una falta tremenda de respeto. En España no tenemos apenas refrescos ni té ni onigiris, cosa que compran con frecuencia los japoneses, ¿somos raros por no compartir ciertos rasgos culturales? ¿somos raros por seguir hábitos distintos marcados por la cultura de cada país? Era algo que me ponía negra, me parece una falta de respeto y, además, un alarde de ignorancia innecesario. Pese a que estaba cansada de esa clase de comentarios tan típicos de los turistas españoles, me acerqué a la chica y le indiqué qué bebidas eran de chocolate, cuáles iban con café, cuál era el que estaba más rico. Qué le voy a hacer, a veces de tan buena, soy tonta. Salimos de allí y, mientras desayanábamos, fuimos a visitar el Nishi Hongan-ji, un templo budista que quedaba muy cerca. 

Nishi Hongan-ji, 西本願寺.

El nombre de este templo, literalmente, significa «el templo del voto original». Hongan-ji en realidad es una serie de templos budistas que se construyeron a lo largo de la historia en Japón. Su hermano más conocido es el templo Higashi Hongan-ji, 東本願寺. El Nishi Hongan-ji, se sitúa al oeste, como indica el propio nombre: 西, nishi, oeste, el Higashi Hongan-ji, al este: 東, higashi, este. Ambos forman parte del conjunto de Monumentos históricos de la antgua Kioto declarados Patrimonio de la Humidad por la Unesco en 1994.
El hongan-ji se estableció como templo en el año 1321. Fue construido sobre el mausoleo de Otani, 尾谷, donde Shinran, 親鸞, el fundador de una secta budista llamada Jodo Shinsu, fue enterrado. El primer monje jefe de Hongan-ji fue Kakunyo. Se dedicó a la alabanza del Buda Amida, 阿弥陀仏. No fue hasta el siglo XV cuando Hongan-ji ganó poder y popularidad en Kioto. Se convirtió en templo de gran relevancia cuando Rennyo se convirtió en el octavo monje jefe. La secta Tendaishû, 天台宗, (la principal característica de esta secta es la defensa de un budismo integral, es decir, la idea de que todas las enseñanzas de Buda se pueden unificar en un sistema completo y perfecto) .cuya base se localizaba en el monte Hiei, 比叡山 (al noroeste de Kioto) vio la expansión de este templo como una amenaza y lo atacó tres veces. Fue entonces con Rennyo huyó a Yoshizaki, 吉崎, y allí fundó la secta Ikko (su nombre proviene de los Ikkō-ikki, bandas de campesinos granjeros, monjes, sacerdotes sintoístas y nobles locales que se rebelaron contra el gobierno samurái entre los siglos XV y XVI. Todos ellos seguían las creencias del Jōdo Shinshu, una secta del budismo que enseñaba a sus seguidores que todos eran «salvados» por la gracia de Amida Buda).
Durante el Período Sengoku, 戦国時代, literalmente «periodo de los estados en guerra» ( período muy largo en la guerra civil de la historia de Japón. Comenzó a finales del período Muromachi, 室生町時代, en 1467 con la guerra de Onin (la guerra duró de 1467 a 1478) hasta el período Azuchi-Momoyama, 安土桃山時代. Sin embargo la paz y el orden no llegarían hasta 1615, con la llegada del Período Edo, 江戸時代) Oda Nobunaga, 織田信長 (importantísimo daimyô durante el Período Sengoku) temeroso ante el poder que tenían los monjes del Hongan-ji, trató de destruirlo. Durante diez años asedió el Ishiyama Hongan-ji, 石山本願寺, situado en Ôsaka, una de las dos principales y más importantes fortalezas-templo de la secta Ikko. En el año 1604, justo después de que Tokugawa Ieyasu, 徳川家康, fuese nombrado shôgun con la entrada del Período Edo, dictó que el Hongan-ji se dividiese en dos. Kyonyo, el duodécimo monje jefe, se convirtió en el primer monje jefe del Higashi Hongan-ji, justo en el lado opuesto donde se sitúa el Nishi Hongan-ji. Fue Junyo el primer monje jefe del Nishi Hongan-ji.
Fue durante la Restauración Meiji cuando el gobierno trazó nuevos planes para la gestión de las organizaciones religiosas de la época. A una de ellas conocida como Shinshu Otani, 新種尾谷, se le asignó el control del Higashi Hongan-ji.
En 1987 el templo fue rebautizado como Shinshu Honbyo, «nuevo mausoleo budista». Aunque de forma oficial su nombre ya no es Higashi Hongan-ji, todo el mundo lo conoce así, incluso en las guías o en los mapas sigue apareciendo con ese nombre. Los edificios que lo componen no han sido trasladados. 
El Nishi Hongan-ji en cuestión, incluye un enorme Goei-dô, 護衛堂, «salón del fundador» y un Amida-dô, 阿弥陀堂, «salón de Buda», de dimensiones menores en el que se guarda una imagen de Buda. El kura, 倉, «almacén», reúne un gran número de tesoros nacionales, la mayor parte de los cuales pueden verse. El shoin, 書院, «salón de estudio», es muy famoso también. Este está dividido en dos secciones, el shiroshoin, 白書院, «sala de estudio blanca» y el kuroshoin, 黒書院, «sala de estudio negra». La kuroshoin nunca está abierta al público, pero la shiroshoin abre sus puertas dos veces al mes. Además, el Nishi Hongan-ji también cuenta con un hiunkaku, 悲運角, un pabellón de té muy grande, además de dos escenarios de teatro nô, 能, una de las manifestaciones más destacadas del drama musical japonés que se representaba con máscaras, uno de los cuales presume de ser el más antiguo que se conserva.
No es uno de los templos más turísiticos pese a que contiene elementos de verdadera importancia sobre la historia japonesa. Es por ello por lo que estaba completamente vacío. Fue una gozada. Además, estaba localizada en una zona bastante moderna de Kioto, por lo que el contraste de los escenarios es especialmente bonito.















Nishi Hongan-ji, 西本願寺.

Ese día queríamos visitar el famoso Kiyomizu-dera. Para llegar teníamos que dirigirnos a la zona de Gion Kobu,  el más conocido hanamachi, 花街, barrios en los que se autorizaba la presencia de geishas, 芸者, y maikos, 舞子. Nos dirigimos a la estación de Kioto, pues justo en frente están todos los autobuses. Como el recepcionista del hotel nos dio toda la información pertinente, fue fácil encontrar el autobús que nos llevaba a la zona, concretamente el 206. Antes de subir entramos a unas tiendas que había bajo la Kioto Tower. Allí compré unos palillos preciosos. Mientras mirábamos, una empleada nos cogió por banda para ofrecernos mochis. Le pregunté si teníamos que probarlos y nos animó a ello. Nos ofreció mochis de chocolate y té verde, ambos deliciosos. Sí, al final terminé por comprarme una caja. En esa misma planta podéis comprar la entrada para el mirador de la Kioto Tower, bastante caros en mi opinión. Por lo visto las visitas a la Kioto Tower descendienden cada año debido a la mala fama que ha alcanzado, por lo que las entradas no son especialmente baratas. Al terminar fuimos a la estación, buscamos la parada del 206 y esperamos a que llegara. En estos autobuses se entra por la puerta trasera y no se paga hasta la salida, en una maquina que hay junto al conductor. Tendréis que ingresar la cantidad exacta. Si sólo tenéis billetes, al pagar tenéis una máquina de cambio. Los conductores os ayudarán en en el caso en el que os quedéis trabados. El autobús iba hasta arriba, cosa lógica entendiendo que nos dirigíamos hacia una zona de gran interés turístico.
Al llegar subimos por una calle. En varios carteles te indicaban cómo llegar al templo. Preparaos porque hay que subir cuestas. Ya desde las calles se veía entre el follaje la pagoda del Kiyomizu-dera, un templo de una belleza inmensa.

Kiyomizu-dera, 清水寺.
Su nombre, literalmente, significa «templo de agua pura». Este templo fue fundado a comienzos del Período Heian, 平安時代, uno de mis períodos históricos favoritos, en el cual la cultura autóctona alcanzó su máximo esplendor, fue la época dorada de la literatura femenina y el idioma japonés experimentó un desarrollo crucial que permitió que el japonés actual sea como lo conocemos. Además, durante el Período Heian, la capital imperial se situaba en Kioto, de ahí la importancia de este.
El templo data del año 778, aunque los edificios que podemos ver en la actualidad fueron construidos en 1633. es decir, durante el Período Edo. El nombre del templo hace alusión a las cascadas que existen dentro del complejo. Originariamente este templo estaba afiliado a la antigua e influyente secta Hossô, ya vigente durante el Período Nara. No obstante, en 1965 esa afiliciación se rompió y sus custodios actuales son miembros de la secta Kitahossô. Además fue nombrado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Este templo destaca por su complejísima arquitectura, especialmente la del edificio principal, el cual se sostiene por cientos de pilares, lo que le permite sobresalir en la colina y ofrece impresionantes vistas de la ciudad. Hay una expresión popular que dice así:
清水の舞台から飛び降りる
kiyomizu no butai kara tobi oriru
Es decir, «saltar desde la plataforma de Kiyomizu». Esta expresión se remonta al Período Edo y refleja una práctica que se llevaba a cabo entonces. Si uno sobrevivía a ese salto desde esa plataforma, un deseo le sería concedido. De hecho, sobrevivir sería posible, pues la abundante vegetación del lugar amortiguaría la caída, pero esa práctica está prohibida en la actualidad. Es más, se dice que en el Período Edo se registraron 284 saltos y de ellos un 84% no ocasionaron ninguna víctima.
Debajo de la sala principal se encuentra la cascada Otowa-no-taki, donde hay tres canales de agua que desembocan en un bonito estanque. Los visitantes del templo suelen coger agua de la cascada, pues se cree que tiene propiedades terapéuticas, pues proporciona salud, longevidad y éxito en los estudios (debí coger copas y copas de ese agua para poder afrontar el curso que me espera, tonta de mí).
Todos los edificios conforman un complejo donde se pueden localizar varios recintos sagrados. El más notable es el santuario Jishu-jinja, 自主神社, dedicado a Okuninushino-Mikoto, un dios del amor. Así, este santuario posee dos «piedras del amor» situadadas a 6 metros la una de la otra. La distancia que hay entre ellas muchas veces es sorteada por los visitantes con los ojos cerrados. Si lo consigues, encontrarás el amor. Si necesitas ayuda durante el tramo, significará que necesitarás un intermediario para encontrar el amor. 
Este templo fue uno de los candidatos en la lista de las Nuevas siete maravillas del mundo moderno, y no sin razón, corta la respiración. Las construcciones son impresionantes, el contraste de colores. Además sus jardines son una de las cosas más bonitas que he visto en mi vida. En su templo completamente inmerso en la naturaleza. Una de las cosas que tengo que hacer antes de morir, es ir al Kiyomizu-dera en otoño. En otoño Japón se vuelve tan, tan, tan rojo que las vistas y los contrastes desde este templo tienen que ser una maravilla. Las vistas son una maravilla. Disfrutamos mucho de esta visita pese al calor que hacía. Posiblemente fue uno de los días que más sudamos.


 Llegando a Kiyomizu-dera.







 Kiyomizu-dera, 清水寺.
 Jardines del Kiyomizu-dera, 清水寺の庭.






Jardines del Kiyomizu-dera, 清水寺の庭.
Al terminar bajamos las calles visitando alguna que otra tienda. Pasamos durante mucho tiempo, fuimos a una parada y cogimos el autobús de vuelta. Al llegar a la estación de Kioto, fuimos por el centro comercial gigantesco que hay dentro de la estación (no sólo hay uno). Eran todos carísimos, y algunos eran miradores, así que los vimos desde fuera. Arriba del todo había una explanada con jardines donde había un mirados, veías Kioto desde un lado de las vías y desde el otro. Los cristales estaban tintados, pero las vistas eran maravillosas (y era gratis). Bajamos y empezamos a buscar un sitio donde comer por las calles de Kioto. Encontramos cerca del Yodobashi Kamera un restaurante de ramen. Nos extrañó ver que éramos los únicos, pero lo comprendimos al mirar el reloj: eran las cuatro de la tarde. Se nos había hecho tardísimo. Sin embargo, el ramen que nos sirvieron en este restaurante fue el más rico que tomamos durante todo nuestro viaje. Estaba delicioso. Llegamos al hotel, reposamos porque estábamos agotados y luego salimos para visitar el Fushimi Inari-Taisha. De camino presenciamos un atardecer maravilloso.









Alrededores del Kiyomizu-dera.



Atardecer en Kioto.




 Vistas de Kioto desde la última planta de la Estación de Kioto.




Para ir este templo la opción más cómoda es el tren. Es muy fácil ir. En la estación JR de Kioto cogéis la Nara-sen, 奈良線, la línea Nara para ir a Inari. Son sólo dos paradas. Hay que tener cuidado y coger el servicio local que hace todas las paradas, porque hay otro servicio rápido que no para en esa estación. Fuimos ya de noche, puesto que el templo tiene entrada gratuita y está abierto a todas horas. La propia estación de Inari está decorada con los mismos colores del templo y está justo enfrente, por lo que no hay pérdida.

Fushimi Inari-Taisha, 伏見稲荷大社.
El Fushimi Inari-Taisha el santuario sintoísta, 神社, dedicado al espíritu de Inari. Está situado en Fushimi-ku, 伏見区, un distrito de Kioto. El santuario está en la base del monte Inari, 稲荷山, en el que hay varios senderos por los cuales se pueden llegar a otros santuarios más pequeños. A lo mejor no sabéis muy bien de qué santuario os hablo, pero en cuanto os lo describa un poco sabréis cuál es antes de ver las fotos. Es uno de los santuarios que dan una de las imágenes más conocidas de Japón., pues se ha convertido en todo un símbolo. Es el santuario en el que sus senderos están repletos de torii rojos (naranjas). Es una verdadera maravilla, porque al igual que el Kiyomizu-dera, está totalmente inmerso en la naturaleza.
Desde la antiguedad, la deidad de Inari era vista como patrona de los negocios, es por eso por lo que cada torii (arco tradicional japonés que se encuentra en la entrada de los santuarios sintoístas y que delimita el espacio sagrado) existente en el santuario ha sido donado por alguna persona de negocios. Por ellos en los torii podréis ver nombres de televisiones, de personas o de compañías. No obstante, en un primer momento, Inari era la diosa del arroz, por esa razón los comerciantes y los artesanos de la época le ofrecían culto a cambio de obtener riqueza en sus negocios, por eso donaban torii. Se dice que este templo posee hasta 32.000 pequeños santuarios llamados bunsha, 分社.
Así pues al espíritu de Inari se le considera el protector de las cosechas, especialmente del arroz, y en consecuencia se le ha asociado con la riqueza. Ciertas compañías hacen ofrendas a los santuarios de Inari en forma de barriles de sake o de torii
Se fundó en el año 711, y desde ese momento el santuario se convirtió en objeto del patrocinio imperial durante el comienzo del Período Heian. En el año 965 el Emperador Murakami ordenó que los mensajeros imperiales, heihaku, 幣帛, fueran enviados para poder informar de los eventos más importantes al guardían kami. Estos heihaku fueron enviados a un total de 16 santuarios. 
Entre los años 1871-1946 este santuario fue incluido de forma oficial dentro del Kanpei-taisha, 官幣大社, es decir, a partir de ese momento recibiría el apoyo del gobierno nipón.

Las primeras estructuras de este santuario fueron construidas hacia el año 711 en la colina Inariyama, 稲荷山, al sudoeste de Kioto, pero el santuario fue reubicado en el año 816 a petición del monje Kūkai, monje, funcionario público, erudito, poeta y artista japonés, fundador de la secta budista Shingon. La principal estructura del santuario fue construida en 1499.
En la base de la colina se encuentra el santuario Go Honden, 御本殿 y la puerta de Sakura, 桜門. Tras recorrer los senderos flanqueados por los torii, se puede parar en varios puestos de comida que ofrecen kitsune udon, un popular plato de fideos que toma su nombre de los zorros, 狐, kitsune, que son los mensajeros de Inari, de ahí que haya tantas representaciones de zorros dentro del santuario. Las estatuas de estos zorros se representan a menudo en los santuarios de Inari con una llave para el granero que conservaba el arroz en sus bocas. En lo alto de la colina está el santuario principal.

Además, si habéis visto la película «Memorias de una geisha» os sonará este templo, pues algunas de sus escenas se rodaron aquí. Sin embargo, y ya que estamos, si os interesa el mundo de las geishas, no es, desde luego, la mejor opción para acercarse a ellas puesto que está repleta (tanto la película como el libro) de orientalismos, mala documentación y estereotipos. Para acercarse más ese Kioto, al Kioto de las geishas, os recomiento fervientemente «Vida de una geisha» de Mineko Iwasaki.

Al ir de noche no había absolutamente nadie, se escuchaban las cigarras y el agua de las cascadas. Además, por el camino nos encontramos a un par de gatitos, uno de ellos con los ojitos muy mal. Al ir de noche las fotos no me salieron muy bien, por lo que el último día que estuvimos en Kioto volvimos para hacer fotos y ver los detalles y pasear por las calles.












Las fotos que pude hacer en la primera noche.
Llegamos a la estación y fuimos a un konbini a coger algo para cenar. Estábamos tan cansado que esa noche decidimos cenar en el hotel.

El otro día dije que os explicaría la importancia histórica de Kioto. Y allá voy. Seré bastante breve:
la importancia histórica de Kioto se debe a que fue la capital de Japón entre los años 794 y 1868. No no siempre ha sido Tokio (de hecho Tokio no siempre se ha llamado Tokio, pues era conocido como Edo). Durante esos años Kioto acogió la sede de la Corte Imperial. Fue en 1868, con la entrada del Período Meiji, 明治時代, cuando el emperador Meiji tomó la decisión de trasladar la sede de la corte a Tokio. Durante la Segunda Guerra Mundial fue la única gran ciudad que no fue bombardeada por los estadounidenses. Por ese motivo, actualmente sigue siendo una de las principales urbes japonesas con un rico patrimonio histórico, artístico y arquitectónico. El 11 de diciembre de 1997 tuvo lugar la firma de un protocolo que perseguía reducir las emisiones del efecto invernaddero, el que se conoce mundialmente como el Protocolo de Kioto.


Mientras cenábamos, vimos una serie y pronto nos acostamos. Esa fue la primera noche que lloré por el poquito tiempo que nos quedaba en Japón (nos quedaban 7 días). No sabía lo que me esperaba.


Cómo te echo de menos, Japón. Has sido de las mejores cosas que me han pasado en la vida.

Muchas gracias a todos por leer mis entradas :)

Os recuerdo que podéis ver fotos de mi viaje en mi flickr.






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