(todo hubiese sido diferente si nos hubiera pasado, todo aquello, en la azotea más alta de cualquier ciudad)


martes, 10 de mayo de 2011

Es lo que en realidad quiero decir.



Hoy te contaré por qué nunca subo hasta mi piso en ascensor. No quiero alargarme mucho, yo estoy bien y desde que me comen sus telarañas podría decir que hasta me siento feliz, pero la causa de la consecuencia en la que me he convertido, me empuja de bruces contra el suelo, y cuando sangro, puedo volver a aparecer.

Noviembre amargo, quince de noviembre en una ciudad conocida internacionalmente. Hoy no daré el nombre. Puedes imaginarme en París, Londres, Tokio o Nueva York. No llovía, no nevaba, hacía frío y la atmósfera se esfumó rápidamente, sin previo aviso, del mundo en el que sólo yo existía. No podía respirar, no podía tan siquiera seguir existiendo. El violeta de mi sangre estrangulada se dejaba ver tras la piel que iba desapareciendo de mis brazos. Empecé a correr mientras pensaba en el error que estaba cometiendo, ¿de dónde sacaría el oxígeno con el que hacer responder a mis miembros? Seguí hacia delante y descubrí que agotando a mi organismo podía recuperar el aire que aún no había expulsado de lo más hondo de mis almacenes, asaltando sótanos para no estrellarme contra la nada. Pronto descubrí los pasos, todas las maniobras para consumir el oxígeno estrictamente necesario. Me llevó varios cambios climáticos en mis pulmones. Llegué al ascensor y descubrí que ya no tenía energía que consumir, no me quedaba vida ni siquiera en las cuencas de mis clavículas. Me vi morir frente al espejo. Vi cómo mi sombra se engullía mi cuerpo. Vi cómo el ascensor se tragaba los resquicios de mi ser. Permanecí quieto durante un tiempo. No necesitaba nada más que las pupilas con las que miraba el mundo para seguir hacia delante. Sólo soy éso, dos pupilas, tan oscuras como los huecos vacíos del Universo. No necesito un corazón para ser tan humano como el resto. Es lo que en realidad quiero decir. Y no quiero volver a entrar por miedo a que mi cuerpo y mis latidos vuelvan a encerrarme.

5 comentarios:

  1. Las pupilas son los dos agujeros negros más profundos del universo.
    Un saludo!

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  2. Se me ha cerrado el estómago, parecía que hablabas de mi al describirlo, me he metido entre todas las palabras y me he sentido como el protagonista. Eres genial.
    Un beso.

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  3. Me ha encantado :) Y la foto..me ha gustado mucho. Que estés bien.

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  4. Menudo vicio este de nadar entre tus líneas. Wow :)

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Tic tac. Déjame tantos segundos como quieras.