(todo hubiese sido diferente si nos hubiera pasado, todo aquello, en la azotea más alta de cualquier ciudad)


sábado, 2 de abril de 2011

La oscuridad de la noche del uno de abril se tranformaba en un túnel angosto.



La oscuridad de la noche del uno de abril se transformaba en un túnel angosto que acorralaba a las sombras de las señales de tráfico que resbalaban bajo los focos del coche.
El azul oscuro que seguía a los atardeceres ya había corrido, perseguido por el halo de la Luna. El negro teñía mis pulmones. Las ruedas volaban sobre las líneas discontinuas y su voz chocaba en las ventanillas, agitándolas. Yo me revolvía sobre mí misma, buscando un lugar seguro dentro de mis entrañas en donde poder protegerme del terremoto que se expandía por cada extremo de su cuerpo, por cada poro de su piel.

Yo llevaba las manos sobre mis rodillas y de cuando en cuando me mordía los nudillos para obligarme a pensar en la sangre que llegaba a mi palma. Para obligar a mi corazón a sangrar únicamente por un dolor físico. La distorsión del paisaje se revolvía en mí y a veces me sorprendía una pequeña arcada. Miré mis nudillos, con los bordes pintados por mi sangre negruzca y empecé a ver a mis dedos temblar. Entonces escuché a mi pecho quejarse, pedía una sobrecarga y yo quería notarlo palpitar allí donde mis manos se acercaban. Cuidadosamente me desabroché los botones de los vaqueros, deslicé con cuidado mi mano izquierda bajo las bragas y comencé a buscarme con la ligereza de mis yemas. Pronto un sofoco anudó mi garganta, pronto mis ojos no miraban más allá que a una luz borrosa que se dibujaba en el reflejo del cristal. No tardé en notar cómo una corriente comenzaba a rozar los extremos de mi ombligo. El sudor empezaba a deslizarse bajo mi flequillo y mi respiración se aceleró, escapándose por las grietas de mis labios. Obligué a mis gemidos resguardase bajo el vaho y casi con lágrimas en los ojos desperté el tembleque de mis articulaciones, la llama apagada de mi voz. El orgasmo resbaló dentro de mí, en silencio. Revolvió el sótano de mi existencia y la lluvia de mi soledad se ancló bajo mis pantalones.

Volví a abrocharme los pantalones y él seguía vociferando frente al volante. Su voz se apagaba. O yo me estaba acostumbrando. El calor me abandonó y pronto sentí frío, me arropé con mis brazos y me dormí sobre el cristal. Soñé conmigo. Soñé en blanco y negro.

9 comentarios:

  1. Sin palabras, bonita:) Me has dejado alucinando. Impresionante, increíble. Pero eso siempre, ya lo sabes <3

    ResponderEliminar
  2. Me has dejado sin palabras Rocío, es que... he necesitado leerlo un par de veces para percatarme de que lo había terminado de leer por lo corto que se me ha hecho.
    "Entonces escuché a mi pecho quejarse, pedía una sobrecarga y yo quería notarlo palpitar allí donde mis manos se acercaban." Eso me ha matado bueno el texto en sí.
    Besos, sigue así.

    ResponderEliminar
  3. Asombrosamente increible, me dejaste chinita
    Besos

    ResponderEliminar
  4. Pero que flipante! Y he visto que el flickr lo has "cerrado" por decirlo de algún modo (bonita foto la que está, por cierto) y espero que sigamos teniendo fotos (y textos,claro está) por aquí

    ResponderEliminar
  5. Adoro la forma en que te expresas, hace que sienta que estoy dentro de la historia antes de leer el texto.
    El final me ha matado. Precioso
    "Soñé conmingo. Soñé en blanco y negro. "

    ResponderEliminar
  6. Nos metes en tu mundo con esas palabras, tan perfectamente colocadas. Es increíble (:

    Cuídate^^

    ResponderEliminar
  7. Me encanta el contraste que crea ese "soñé conmigo, punto"

    ResponderEliminar
  8. Eres increible.
    Escribes de una forma que haces que me transporte a la historia de una manera sorprendente.

    ResponderEliminar

Tic tac. Déjame tantos segundos como quieras.