(todo hubiese sido diferente si nos hubiera pasado, todo aquello, en la azotea más alta de cualquier ciudad)


lunes, 28 de marzo de 2011

¿Me enciendes mi primer cigarrillo?





(y mientras lees)




Estoy haciendo mis maletas. No, no, tranquilo, no te preocupes. Mira qué bien dobladito está todo. No me recordaba tan metódico, es genial descubrirme poco a poco con estas cosas. He organizado las cosas por compartimentos. Mira, mira, en los bolsillos de los laterales, los cargadores del móvil y de un secador. En el bolsillo pequeño, cinco euros, por si me entra antojo y quiero un bollo o una cajetilla de tabaco. No fumo, pero los viajes largos me recuerdan a un cigarrillo consumiéndose, así que quizás, con uno entre los labios, lo saboree mejor. Mi padre me esperará en la esquina y adiós muy buenas.

Estoy esperando en la esquina. Qué frío hace. Estoy tiritando y no puedo mover los dedos del pie. Voy a pasar al bar para comprarme una cajetilla de tabaco. El camarero que se oculta tras la barra examina mis movimientos y yo hago que no me doy cuenta. Cojo la cajetilla, regreso al mismo sitio y no puedo encenderlo, no tengo mechero. Espero a que alguien que pasee a su perro me preste fuego. Una chica bajita, con el pelo rubio ondeándose entre sus pestañas pasa frente a mí, pero no lleva perro. Espero al siguiente. El siguiente es mi padre con una cazadora verde caqui, lleva un gorro que le tapa las cejas y tose bajo el frío helador de este extraño mediodía. Debe de estar pasando frío.

-¿Para qué me has llamado?

-Hacía un poco de frío...- lo miro. Es evidente que sus huesos lo saben mejor que yo.- Bueno, que creo que ya puedo hacer otro tipo de cosas.

-¿Qué cosas?

-No puedo seguir viviendo aquí.

-¿Por el frío?

-Más o menos.

-¿Qué pasa? ¿Tu madre ha dejado de pagar la calefacción?

-No, pero mira cómo me congelo...- primero le enseño mis manos, luego prosigo- No puedo tragar, la comida resbala por la escarcha que recorre mi garganta. Me atraganto. Y no necesito mantas. Tengo hipotermia aquí, papá.- digo haciendo círculos con mi índice frente a mis pulmones.

Me mira y noto a su palma rebotar en mi mentón. No puedo mirarlo. Me escuece la cara y creo que me voy a partir en mil trocitos si empiezo a llorar y a hervir por mis ojos.

-¿Te ha vuelto a echar de casa? ¡Responde!

Asiento y me miro los pies.

-¿Puedo dormir contigo unos cuantos días? Prometo irme pronto.

-No.

Empieza a alejarse, lo sigo y digo con la voz rota tras él:

-¡Espera!

Se vuelve y noto que me mira directamente a las pupilas.

-No irás a vivir conmigo. Si te dejé allí hace cuatro años fue por algo...

-¿Tienes fuego?- interrumpo.

5 comentarios:

  1. Bueno, sin palabras me has dejado. No quiero que parezca que lo digo para quedar bien, pero es que en serio, ese final es fascinante.
    Me ha encantado (mucho)
    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Pues tampoco es tan buen padre como puede parecer al principio, pero bueno, parece que ya lo sabe

    ResponderEliminar
  3. Espeluznante. La cruda realidad en el estado mas puro.
    Maravilloso Rocío :)

    ResponderEliminar
  4. No sé muy bien qué decir, es como si me hubieran arrebatado el habla. Sublime (:

    ResponderEliminar
  5. Dios..
    Que genial *-*
    No se como explicarlo, me ha gustado mucho..
    Buff, noto frío.
    Pobre chica/chico.

    ResponderEliminar

Tic tac. Déjame tantos segundos como quieras.