(todo hubiese sido diferente si nos hubiera pasado, todo aquello, en la azotea más alta de cualquier ciudad)


domingo, 27 de febrero de 2011

Las fotos ya están borradas. Ellos no se quieren.

LISTEN:



Soy una persona horrible. Me levanto tarde para no hacer nada, me quejo y lloro con los documentales. Me duele ver al mundo retorcerse de dolor y verme a mí rascando en mi interior las ideas que no cicatrizan. Me revienta. Puede que sea una egoísta y una insensata, pero la verdad es mucho más nítida que el ruido que choca contra mis costados. No pienso en mí. A veces pienso en él. En general no pienso en nada. A veces me harto de no llenarme y a veces prefiero no flotar en mi oleaje. Todo esto importa poco, porque yo quería recalcar que soy una persona horrible. Soy pequeña, débil, tengo miopía y me dan miedo los ojos firmes sobre los míos. No tengo fuerza, en seguida me parto en dos y es entonces es cuando me armo del valor más cobarde y guillotino a las personas con palabras, que inician su depedida como balas y al final del trayecto acaban dispersándose en mil trocitos. No tienen sentido alguno, pero mi resentimiento las impulsa con tanta fuerza que consiguen atravesar la piel de mis presas (mis verdaderos depredadores), hundirse en su musculatura y río al ver la sangre brotar. Después viene el tembleque tonto y la chulería. Me agarro con la mano izquierda a una nube que amenaza tormenta. El trueno me devuelve a la realidad y mi orgullo me manda callar y me obliga a olvidar. Con esto quiero decir que hago mucho daño a las personas con mis palabras, no sé medirme, no sé tocar a las personas sin rasgarlas, no sé cómo adentrarme en ellas. Me resulta difícil quererlas. Si lo hago no me doy cuenta porque en el fondo desconozco el significado de un te quiero.


Todo esto ha sucedido después de una mañana emitida a todo volumen. He disparado a mi madre y ya sabéis en qué sentido. Me ha repetido lo poco que valgo como persona y no se lo he negado. No puedo hacerlo. Vivo con ello. He intentado salvar el día rellenándolo con chistes malos, ironía plastificada y sonrisas maquilladas. Se me ha dado bien. Por lo visto mentir es una de esas cosas que no me hace falta practicar para aprobar. He llegado a la misma ratonera de todos los días y, porque sí, porque la oscuridad que resbala por mis venas ha llegado a la aorta de mi roca agonizante, he decidido coger el móvil de mi madre y empezar a leer todos sus mensajes. Mensajes en los que, por escrito, reitera la furia que desea arrojar sobre mí y mensajes breves a mi padre, hablándole de usted. Después de leerlos todos, aquellos que hablaban de mí se han esfumado pronto. No he podido dejar de pensar en los de mi padre. Nunca hubiese esperado eso. Esa relación tan distante, tan superficial y profesional entre ellos. Se hablan como desconocidos después de miradas cómplices, de noches enteras haciendo el amor y de regalos de San Valentín. Todo su calor, su amor, su frío, sus abrazos, sus besos, habían cogido un vuelo y, en mitad de un trayecto, uno de sus motores había conseguido lanzar sus alas a las profundidades del mar. Eso sí que duele. Cuando los he mirado, cuando he guardado el móvil, he sentido la necesidad de bajar y revisar unas cuantas fotos. De hace apenas dos años. Yo era toda una cría, sin maquillaje, sin mucho que ocultar y más o menos feliz. Ellos, mis padres, sonreían, se abrazan y el rojo etílico de la fiesta se alojaba en sus mejillas. Bailaban, cantaban, fingían. Y lo hacían bien. Eran buenos actores, para qué negarlo. Después de mirar estas imágenes con los ojos entrecerrados y casi de soslayo, las he eliminado todas. El corazón actúa de forma extraña cuando nos empeñamos en encajar la felicidad en un presente al que le faltan todas las esquinas, toda expectativa y esperanza. Me duele todo este teatro. Ahora que me doy cuenta, también me duele la cabeza. Qué más da. Las fotos ya están borradas. Ellos no se quieren. Yo tampoco quiero a nadie. Las cosas son así.

Ah, se me había olvidado deciros mi nombre. Me llamo Anne. Ahora voy a apagar la luz. Nos vemos pronto.

3 comentarios:

  1. Rocío eres alucinante, menuda Anne, es genial. Escribes de lujo, ojalá yo escribiese así, es que tu forma de escribir me resulta peculiar porque te expresas con soltura pero lo describes todo a la perfección y se hace ameno.

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  2. Es increíble, como ha dicho Mrs. Exception todo lo que escribes se hace muy ameno de leer y gusta más.
    Me encantan todos tus escritos ^^
    Soy Yara :)
    Un beso .

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