
No dejaba de preguntarme, de asediarme como a las páginas de un diccionario. De vez en cuando me golpeaba con su codo, para llamar mi atención. Entonces manchaba mis pantalones de helado de chocolate, la miré e intenté limpiar la mancha.
-¡Dime, dime!, ¿qué hay que hacer para seguir añadiendo letras a esta frase interrogativa?- dijo señalando la frase escrita en el papel.
-Imaginación- dije mientras lamía mi helado.
Jugaba nerviosa con el bolígrafo y no paraba de morder el extremo, al fin logró terminar la frase.
-¡Uf!- dijo- creía que no acabaría.
-Pero si sólo es una frase.
-Vale, Soul.
-Perdona.
-Soul, dime algo que te guste, pero que te guste mucho.
-¿Algo que me guste mucho mucho? Me encanta enrredarme todas las noches contigo.
Carraspeó y miró hacia atrás, evitando una vez más mi mirada.
-Estás loco- dijo volviéndose hacia mí.
-Bueno pues si estoy loco vas a vivir en un manicomnio conmigo.
-¡No! ¡Eso es una canción!
-Vale, ¿y qué? Se ajusta a mis respuestas, y es más, esas respuestas se ajustan a tus preguntas.
-Yo no quiero ir a un manicomnio Soul.
-¿A dónde quieres ir?
-Me quiero quedar aquí.
-¿Conmigo?
-Sí.
-Entonces, ¿qué es lo que quieres, Tieah?
-Hipnotízame un segundo y yo te canto.
-Trato hecho- dije acercándome a ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tic tac. Déjame tantos segundos como quieras.