(todo hubiese sido diferente si nos hubiera pasado, todo aquello, en la azotea más alta de cualquier ciudad)


sábado, 22 de agosto de 2009

Zemelyth. Exceso.


Se levantó de nuevo en la cama. Otra vez ese completo desconocido la había tocado y metido en la cama. Ya no le dolía la cabeza, no tenía náuseas y no se mareaba, se mantenía perfectamente en pie. Esto la alivió, ya podía salir de ahí e irse. Observó detenidamente su cuerpo y vio que su rodilla magullada estaba envuelta con gasas. Lo demás le pareció igual pero para asegurarse se miró en el el espejo, "Qué desecho humano" pensó cuando vio que su rostro se mostraba aún más pálido. No solo observó el color de su rostro, se percató de las ojeras que bordeaban sus ojos, el rimmel apelmazado de sus pestañas y el eyeliner formando una gruesa y reseca capa bajo sus ojos. El resto del cuerpo seguía como ella esperaba, leves magulladoras en brazos y piernas y las gasas sobre sus rodillas. Su pelo estaba tan acartonado por la suciedad que ya había perdido el rubio convirtiéndose en un castaño oscuro. Qué asco, qué asco qué asco qué asco, se dijo repetidas veces. Se desnudó y se metió en la ducha. Tuvo cuidado de no frotarse fuertemente las magulladuras y de no empapar las gasas. Frotó con aspereza en sus ojos para que la mugre que los cubría desapareciera. Se secó y se puso la misma vestimenta con la que se despertó; unos calzoncillos y la camiseta con "Call me Wasp, sir" inscrito en ella. Mientras atravesaba el pasillo quitaba la humedad de su pelo con una toalla, aquella casa se le antojó inmensa.

Le encontró en la cocina. Era bastante amplia y disponía de un orden rigurosamente metódico. Él untaba mantequilla sobre una rebanada de pan. Aún llevaba puesto el pijama. Su pelo estaba despeinado pero le daba un aire divertido. Colocó el plato de tostadas en la mesa y levantó la vista hacia el arco que daba con el comedor , fue entonces cuando la vio mojada, con la cara lavada y con su ropa.
- Tengo mal sabor de boca, como algo y me marcho.- dijo ella mientras partía torpemente un trozo de bizcocho
Hanz no respondió inmediatamente.
- Buenos días, Como te llames.
- Hola, Hanz- dijo ella con la boca llena y la mirada fija en el trozo de bizcocho que su mano sostenía.
- Así que te vas.
- Sí, en cuanto termine.
- Muy bien, déjame que te lave la ropa al menos y luego te acerco a tu casa.
¡¿Qué!?. Dejó de masticar y intentó desenredar el nudo que se formaba en su garganta. En primer lugar, ella no quería su ropa, quería aquella camiseta. Wasp Wasp Wasp. Esas 4 letras eran suyas, las había atrapado en un libro, Wasp era su...su ídolo y había cogido un cariño extraño a esas 4 letras. No, no se las podía sacar así sin más. Ella quería aquella camiseta. Ese pensamiento se difuminaba a medida que entraba el siguiente, el de su casa, ¿cómo iba a decirle ahora que no tenía casa?,¿qué se marcharon sin ella.?. No tenía donde caerse muerta. Había gastado todo su dinero en alcohol, no tenía trabajo y nisiquiera se hacía con el idioma.
- Pensándolo mejor creo que me quedaré un poco más, ¿vale?
- Como quieras.
- ¿Me regalas esta camiseta?
Él rompió la tensión y comenzó a esbozar sonoras carcajadas. Ella no lo entendía, no le veía la gracia.
- Te parece muy gracioso por lo que veo.-hizo una breve pausa- Ahora es cuanto tú me explicas el motivo de tus carcajadas.
- Lo siento.- dijo entre sonrisitas estranguladas- Perdóname. Si te digo la verdad lo esperaba, esperaba que me la pidieses. Esas letras son más tuyas que nadie y no me preguntes porqué lo creo porque es lo que estoy tratando de averiguar, pero, ¿no crees que es un poco inoportuno que me pidas una camiseta cuando ni siquiera se tu nombre?
- No creo que sea necesario. Zemelyth es mi nombre.
- ¿Eres sueca?
Ella respondió con otra pregunta.
-¿ Tú qué crees?
- Que no. ¿De dónde eres entonces?
- De España.
- Oh, yo tengo familia allí.
- ¿Necesitas más información para que me regales esta camiseta?
- ¿Por qué ese nombre?
- Cómo que por qué.
- Sí, por qué. No tengo conocimiento alguno sobre ese idioma a pesar de estar emparentado con España, pero soy lo suficientemente audaz como para darme cuenta de que tú nombre no es común allí.
- ¡Chico listo!- dijo con tono sarcástico- ¿Eso es todo lo que da de sí tu inteligencia? Eso ya es demasiada información pero quiero la camiseta. Mi padre es sueco. Sueco, lo que se dice sueco no. Su madre era inglesa y su padre ruso, se trasladaron y él nacio aquí, en Suecia. Se crío toda su vida aquí. Conoció a mi madre y lo típico se trasladan y bláblá. Me tienen a mí y él es quien elige mi nombre. ¿Ya está?
- Es tuya.
- Gracias.
- Ahora que te alojas en mi casa, aparte de repartirnos tareas tengo que saber el porqué mi inquilina se aloja aquí, ¿no crees?
Le miró a los ojos. No te puedo decir algo como: le echó una mirada fulminante o le miró enfurecida, porque era imposible adivinar que decían. Tenía la mirada más inexpresiva que he descrito en mi vida de narradora. Hanz pensó lo mismo pero hizo lo mismo y mantuvo sus ojos clavados en los de ella. Fotografié ese momento con las mejores de mis plumas, esas que se guardan en pequeñas cajas de madera situadas en las vitrinas del escritorio, sólo para las ocasiones especiales.
Finalmente Zemelyth dijo:
- Ya te lo diré. ¿Tienes ordenador?
- Sí, está en el escritorio.
- ¿Dónde está?
- Al final del pasillo que has atravesado esta mañana, la última puerta a la derecha. Es la habitación contigua a la mía, en la que has dormido. No te asustes por el desorden.
- Yo no me asusto por eso. ¿Hay cama en el escritorio?
- Sí. No es muy grande la habitación por lo que la cama es pequeña.
- Dormiré allí.
- Claro. Te cambio las sábanas y...
- Sé cambiármelas yo solita, ¿no decías que había que repartirse las tareas?- le interrumpió mientras esbozaba una pequeña risa burlona. Tendrías que haber estado allí para oir los inquietos latidos que el el corazón de Hanz daba cuando vio aquella sonrisita, hasta mi pluma se estremeció de felicidad.
- ¿Para qué lo quieres?
- ¿El ordenador?. Para buscar trabajo, así también repartimos el pago de la casa.
- De eso no tienes que preocuparte, ya está todo pagado.
- Chico rico- murmuró.


2 comentarios:

  1. Me equivoqué. Sí había continuación.
    Pero me ha asaltado una duda ¿cómo puede Hanz confiar tan rápidamente en una chica que no conoce de nada?O.o Otro misterio. Tus escritos realmente me fascinan xD y no es por ser pelota, es la verdad.

    Sólo una cosa: en este párrafo Fotografié ese momento con las mejores de mis plumas, esas que se guardan en pequeñas cajas de madera situadas en las vitrinas del escritorio, sólo para las ocasiones especiales los verbos van en primera persona. ¿No deberían estar en tercera? O.o

    Sea como sea, =) me ha gustado. Pero necesito saber qué significa la frase de la camiseta.^^

    ¡Un saludo!

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  2. PD: Aunque el nombre de Zemelyth no sea español, sigue siendo precioso :D

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