(todo hubiese sido diferente si nos hubiera pasado, todo aquello, en la azotea más alta de cualquier ciudad)


miércoles, 17 de noviembre de 2010

No saben que, en realidad, daría lo que fuera por una mirada tierna, profunda y descarada.


La gente no me entiende cuando les digo que paren, que desaparezcan y que me dejen de lado. La gente no entiende mis gestos, no me miran como deberían y nunca se dan cuenta que lloro entre lecciones. Los profesores me miran cuando me abstraigo, me escapo y las lágrimas se agrietan en mi cara. Entre la tinta de mis apuntes está mi vida hecha borrones, confundiéndose con el fondo del folio. Entre las horas que transcurren me escondo yo, haciéndome paso entre mi propia soledad.


A la salida, Nicole y Rachel me miraban con desgana, hundiéndome bajo tierra con las palabras que, inocentes, se les escapaban por los ojos. No las miré directamente a los ojos. Salí de aquel sitio como siempre lo hacía: huyendo a hurtadillas.

En el portal un antiguo compañero me saludó y no me salían las palabras para poder responderle. Me salvé de la angustia corriendo a oscuras por los pasillos.

Dentro de casa no había nadie. Nunca había nadie a esas horas, por eso aquellos eran mis segundos favoritos del día. En esos segundos no tenía que mirar a alguien y si tenía que escapar de algo sólo era de mi conciencia.

La gente me llama cobarde por no tener el suficiente valor como para mirarles a los ojos. La gente dice que soy una más por no destacar en absolutamente nada. La gente hace tiempo que me ignora y yo me digo a mí misma que hace tiempo que no veo a mi exsitencia interpretar su papel.

La gente no entiende que yo me pierdo en las miradas y que no sé salir de ellas. No saben que, en realidad, daría lo que fuera por una mirada tierna, profunda y descarada. No saben que para que mi sangre empiece a efervescer en mis venas sólo necesito una mirada que me atraviese hasta el alma. No saben que quiero ser persona. Tampoco saben que yo, ahora, aquí, a las cuatro y veintidós de la madrugada, les ignoro. Que el terror que me cobija todas las noches se ha convertido en una taquicardia desenfrenada que me agita todos los miembros. Ellos tampoco saben que hoy por hoy tengo las miradas más descaradas, tiernas y profundas que cualquiera podría desear. Hoy sé que existo, que la oxitocina me invade y que, por consecuencia, estoy enamorada. Y no lo atribuyo a un simple proceso bioquímico, te lo atribuyo a ti. Porque sé lo que quiero y sólo te quiero a ti

(os recuerdo que si tenéis alguna pregunta/curiosidad o alguna sugerencia podéis preguntar/consultarme aquí)

5 comentarios:

  1. Precioso. Yo tambien me he sentido así, que quería huír de cualquier mirada, de cualquier pregunta, y tambien me han dicho que era cobarde por no enfrentarme a las cosas, por no ser capaz de hablar.
    Creo que a veces, las personas que mas callan son las que más dicen, porque los demás derrochan palabras que no dicen nada.
    Un beso

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  2. Me a gustado mucho :)
    Pero otros textos que tienes por aqui me han gustado mas, por lo que te sigo :)
    Un Besito ! ^^

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  3. Hola chiquitina (L)
    No sé si ya te lo habré comentado, pero aquí está mi nuevo blog jajja (:

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  4. Rocio! :3 soy Bor de tuenti! te sigo tia qe no sabia qe tenias un blog JOPE! (K)
    Pasate por el mio http://www.boralonebf.blogspot.com/

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Tic tac. Déjame tantos segundos como quieras.