Feliz año, persona. (El primero de emouemou)

-emouemou, ¿tienes propósitos para el año que entra?

-Mhm... pues la verdad ahora que se acaba el año mi lista de propósitos sigue vacía, pero para que engañarnos, siempre ha estado vacía. Por mucho que la intente llenar de propósitos solidarios es imposible que el lápiz deje alguna frase suelta por el papel. Por eso guardo ese lápiz de una forma especial. Cada treinta y uno de diciembre llama, delicadamente, casi como un susurro, a las puertas de mi corazón, y si le dejo entrar me invita a un tazón de cereales con leche muy caliente. A esos tazones les acompaña la más tierna conversación. Primero comienza a recitarme poemitas, inspirándose en mis ventrículos. Cuando toma oxígeno noto como se agota el mío, pero aún así desearía morir asfixiada. Cuando se termina el tazón, muy a mi pesar, también se acaban los poemas, pero después de esperar un ratito, pues tengo que volver a tomar oxígeno, viene con un bolígrafo y un cuaderno de color verde. Todos los años es el mismo cuaderno, y todo los años ese cuaderno tiene menos hojas. Arranca mi único propósito, y la verdad, no sé que hace con él. El bolígrafo lo utiliza a modo de engaño, pues nunca he llegado a escribir nada en ese cuaderno, porque éste ya venía escrito. Sólo era una palabra, y no cualquiera, ¡qué palabra! La verdad no es que me disguste, cada día la agarro con más fuerza, pero no sabes cuánto duele agarrarla entre las manos, y no sabes lo que duele intentar almacenarla en tu corazón, ¡ni te lo supones! Llevo varios treinta y uno intentando mantener esa fuerza, pero la debilidad se me pega a los pies, a veces me empuja y otras me golpea.¿Sabes lo mucho que cuesta esquivar sus golpes? Las magulladoras que te deja tras la pelea no son magulladoras cualquiera, éstas no se ven, pero notas como los ojos se esconden constantemente bajo los párpados, como los músculos se te contraen y como el corazón intenta dehacerse de las costillas. Todo me ponía muy nerviosa, pero me he habituado a ello y ese dolor es hasta agradable, ¿tú has probado el sabor de la debilidad?


Si quieres probarlo pídeme un poquito, quizás podamos llegar a un acuerdo.¿Qué acuerdo? Vaya, qué torpe, debería de haber empezado por ahí, ¿no? Yo te presto mi debilidad si tú consigues que deje de ser tan intensa, creo que no tendré la suficiente resistencia como para seguir enfrentándome contra ella el resto de mi vida, además, cuánta más me quites menos tendrás tú. ¿Cómo? Búscale. ¡Búscale y traémelo de vuelta! No hago otra cosa que obecer bruscamente al único propósito que el cuaderno lleva inscrito en él. Quererle. Todos los santos años obedeciendo algo que no se figura ante mí. Llevo años queriendo y adorando a un recuerdo que cada día se vuelve más borroso, creo que no aguntaré, ¿eh? Creo que tal vez le puedes encontrar, creo que también me quiere. Lo mismo puedes conseguir gente que te ayude a buscarle, yo ya lo intentado pero siempre acabo huyendo en un autobús. Sí, soy una cobarde.

Cuando el cuaderno se cerraba, yo ya había firmado un pacto, quererle, pero tras cerrar el cuaderno siempre acabo diciendo:

-Nunca volvió a pasar. Voló sin mirar atrás y todo terminó.

Y al terminar las frase derramo lágrimas negras, mi cuerpo carece de color, cada año soy un poco más opaca. Soy una loca descontralada, él se fue. Todavía no he encontrado ningún motivo por el cual sentirme querida por él, simplemente lo percibo, pues ya no da señales de vida y estoy segura de que nunca más tendré sus labios. Más segura estoy aún de que no me reconozca cuando pase frente a su casa. Soy un recuerdo muerto, ¿de verdad no quieres ayudarme? Te puedo dar mucho trabajo y si me lo consigues puedo entretenerte, hasta ser dicharachera contigo. Tú verás, yo solo opino que es un trato justo y egoísta, pero últimamente me duelen mucho las costillas. Quiero recibir a ese lápiz que guardo de una forma especial con un motivo de existencia. Muchas gracias, persona.

(Te puedes adelantar en algunos relatos en flickr, así como en tuenti)